Cuando se mencionan los cultivos oleaginosos en Uruguay suele pensarse en soja, pero hay otro rubro que crece en base a la excelencia con que se cultiva e industrializa: la producción de olivos.
La mayor productividad en el cultivo se logra a partir del octavo año
El cultivo de oleaginosas en Uruguay ha crecido en forma dramática en los últimos 10 años. Es un aumento de área normalmente asociado a la soja, un cultivo anual que produce un aceite de bajo precio sumamente popular en los sartenes de Asia.
Pero está el otro extremo de los aceites. Los más refinados y sofisticados tienen también un crecimiento importante en Uruguay, que no ocupa ni los titulares habituales pero que es igualmente importante.
Los olivos son una opción de inversión y exportación que ya está sólidamente instalada y viene creciendo en Uruguay.
Se siembra en más área, se ha profesionalizado el cultivo, están creciendo las industrias que lo procesan y se empieza a exportar con buen suceso.
En la última década, el aceite uruguayo ha obtenido premios mundiales y gana espacios por excelencia en los mercados más exigentes. Buena rentabilidad, ningún conflicto con el medio ambiente, hacen de la olivicultura un sector muy atractivo para inversores de todos los orígenes.
Y cuya área va creciendo. Por ahora son 10.000 hectáreas. Poco si se compara con las 16 millones de hectáreas disponibles en Uruguay. Pero, al mismo tiempo, es mucho territorio, considerando que se trata de una producción joven con una proyección internacional extraordinaria, de bosques perennes y que supera a cultivos anuales como el girasol.
Así está la olivicultura en el país, en un constante crecimiento, tanto en cantidad, calidad y prestigio.
La mayor concentración de plantaciones está en el sureste, Maldonado, Rocha, Lavalleja, Treinta y Tres, y suroeste, Colonia, explicó Isabel Mazzucchelli, ingeniera química, asesora de la almazara de Finca Babieca, productora y catadora. Porque a diferencia de las demás oleaginosas, se industrializa localmente la producción. “Hay 17 almazaras (molinos de aceite de oliva) en todo el país”, agregó.
Se plantan unos 350 árboles por hectárea. La olivicultura es una tendencia de la última década. La novedad sedujo a muchos inversores que no tenían antecedentes en el mundo agropecuario.
“La gente que está plantando aceituna mayoritariamente decidió invertir en producción pero antes no eran productores rurales. También hay un cierto número de personas que tenían ya establecimientos rurales y vieron en esto un nuevo rubro para invertir. Hay un porcentaje importante de extranjeros: argentinos, italianos, franceses, brasileños, hasta algunos alemanes y holandeses. Además, claro, hay muchos uruguayos”, advierte Mazzucchelli.
En 2012 se produjeron 550 toneladas de aceite, de las cuales se exportaron 12. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las plantaciones todavía son jóvenes, por lo que la producción seguirá en ascenso. En 2000 había apenas 500 hectáreas de olivos en el país, es decir que el área ha aumentado 20 veces. La mayoría todavía no están en plena producción. El ritmo de plantación comenzó a acelerarse en 2004.
Las exportaciones también recién comienzan. La ingeniera Mazzucchelli explicó que “los mercados que se buscan más son Brasil y Estados Unidos, aunque hay oportunidades en otros mercados pequeños. En el exterior recién nos estamos dando a conocer. Uruguay, por los volúmenes pequeños que produce comparado con países productores como España, Italia e incluso Argentina, se dirige a nichos de mercado que exigen productos de calidad”.
En Uruguay, el consumo local es relativamente bajo: unos 0,4 kilos por persona por año, aunque va en aumento. Los datos de mercado interno y comercio exterior forman parte de un relevamiento de la Asociación Olivícola Uruguay (Alosur), la entidad que reúne a los principales productores y que busca generar la información que muchas veces no se encuentra desde fuentes oficiales.
Martín Alzaga es un agrónomo argentino, de los pocos técnicos especializados en olivicultura en el país. Tenía 24 años cuando se fue a cultivar al norte argentino. Con 10 años de experiencia, en 2004 volvió a Uruguay.
Cuando le preguntan por qué invertir en olivos, Álzaga sostiene que “es una inversión realista con la situación general. Es una excelente opción para invertir dentro de un proyecto agropecuario que puede tener otros rubros”.
Sobre las características de la inversión, dice: “da buena renta y perspectiva”. Es además un negocio que va del árbol al cajón.
No hay agroquímicos, ni bosta, ni alto estrés, porque los árboles en tanto haya buen drenaje de los suelos no suelen enfermarse ni tener problemas sanitarios. Por el contrario, es una invitación a los sentidos, en el que los sabores de la tierra tienen mucho que ver.
Por supuesto, necesita una cierta dosis de paciencia. En los primeros tres años hay que poner 500 dólares por hectárea por año sin pedir nada a cambio. A partir del tercer año comienza el camino hacia el equilibrio. Entre los tres y los cinco años cada planta da aproximadamente dos kilos de aceitunas. Recién en el octavo año el árbol ingresa en su período de mayor productividad. El 12% de la producción termina en aceite.
Y se trata de un cultivo realmente perenne. Podría decirse que se planta una vez en la vida. “Una ventaja de este negocio es que si hacés las cosas bien, es un cultivo que puede durar años, décadas, e incluso siglos. En Europa hay olivicultura vigente y en gran forma con 300 años o más”, afirma Alzaga.
De a poco el aceite uruguayo se va abriendo su lugar en el mundo. El aceite de oliva uruguayo tiene algunas marcas como Don Alfredo que ha recibido premios de oro en Estados Unidos. También hay otras marcas premium de alcance internacional.
Álzaga señala “Colinas de Garzón” como un ejemplo. Otras marcas trascendentes son “Familia Longo”, o “Finca las Primas”.
“Creo que es una combinación climatológica y de los valores del suelo”, opina el experto cuando le preguntan en qué consiste la singularidad del aceite de oliva uruguayo”.
Muchas de estas marcas son cultivadores, fabrican el aceite y luego lo salen a vender”, agrega el experto.
Si hay algo que es una constante en el desafío de la olivicultura es que es un negocio adaptable a casi cualquier clima, aunque no tolera campos anegados, algo que en el sur de Europa y Medio Oriente, su zona de origen, no tiene. Cuando Alzaga llegó al norte argentino se encontró con una zona árida, con 400 milímetros al año de lluvias. En Uruguay tuvo que cambiar de paradigma a raíz de sus más de 1.200 milímetros de precipitaciones al año. Un desafío que encontrando los suelos apropiados se supera en Uruguay.
Para Alzaga, hay varias bibliotecas sobre el cultivo de olivos. El prefiere dar a sus clientes proyectos productivos en que el círculo de la naturaleza cierre solo: que entre medio de los olivos haya ovejas, citrus y otros agronegocios. “Pero, claro, todo depende del manejo. En ese sentido no hay fórmulas, no hay modelos copiables”, concluyó.
“La ruta del olivo” en el este del país
Aunque el cultivo es posible en todo el territorio uruguayo, las zonas costeras de buen drenaje son las más apropiadas y es donde se ha concentrado la producción de olivos.
Y esas zonas coinciden con las zonas turísticas.
La denominada Ruta del Olivo se desarrolla en el departamento de Maldonado, que concentra el mayor número de emprendimientos olivícolas del país.
Parte de Punta del Este y, con la Sierra de los Caracoles como eje continua por las rutas 9, 12 y 39, donde se encuentra una verdadera micro-cuenca olivícola, que da origen a la Ruta del Olivo.
El recorrido incluye Pueblo Edén, con sus sabores locales, el moderno Parque Eólico, que busca la sana armonía entre naturaleza y el hombre a través de una fuente de energía renovable, la Laguna del Sauce con su fauna y flora dignas de ser un paraíso, el característico Cerro Dos Hermanos, y un Molino de Aceite, donde se podrá observar el procesamiento final de las olivas.
Durante todo el recorrido se puede visitar y observar las plantaciones olivícolas de la zona.
Es un paseo diferente a todos los propuestos en el este del país.
Glosario
- Aceite de oliva extra virgen. Es el de mayor calidad, que cumple con todos los requisitos en cuanto a grado de acidez, aroma y sabor.
- Aceite de oliva virgen. Es un aceite de calidad que tiene algún leve defecto, pero que no requiere de un proceso de refinado.
- Aceite de oliva. Esta denominación se refiere a la mezcla de aceite de oliva virgen y aceite de oliva refinado.
- Aceite de oliva refinado. Aceite de oliva que presentando alguna alteración relevante en sus características naturales ha sido refinado, es decir, sometido a un proceso químico.
- Aceite de orujo de oliva. Es el aceite de oliva que se obtiene a partir del residuo (orujo) de la primera extracción y ha sido refinado.
Claves
- Uruguay se encuentra dentro de la latitud sur análoga a la principal zona de producción del mundo: la cuenca del Mediterráneo. Se acepta internacionalmente que el olivo se puede desarrollar entre los paralelos 33º y 42º.
- El agua es un factor crítico en el desarrollo de la planta y en su productividad. Si bien el exceso es perjudicial, la disponibilidad de agua que presenta Uruguay (1.000 a 1.200 mm/año de promedio) asegura una velocidad de crecimiento mayor a la de la cuenca mediterránea (sin riego).
- Si bien no todos los suelos del Uruguay son aptos, hay áreas con terrenos adecuados en todos los departamentos. Los suelos arenosos, pedregosos o pobres (con buen drenaje), que en general son de baja productividad para la ganadería y no aptos para la agricultura, suelen ser indicados para el cultivo del olivo.
- El manejo del olivo requiere prácticas culturales sencillas, fácilmente asimilables por la mano de obra disponible. Es un cultivo que se incorpora sin inconvenientes a las actividades agropecuarias tradicionales del Uruguay.
- Los costos de la tierra y de manutención son relativamente bajos comparados con los valores internacionales en áreas de producción con condiciones similares.
- El país ofrece cierta estabilidad política-económica de forma que no cambien de forma significativa las condiciones de la inversión realizada, tratándose de un cultivo a largo plazo.
- La producción agrícola nacional presenta condiciones favorables desde el punto de vista impositivo.
- Tanto por cercanía como por acuerdos comerciales, Uruguay ofrece un acceso privilegiado a los grandes mercados importadores como Brasil, Estados Unidos y Canadá.
- La olivicultura y el aceite de oliva están íntimamente relacionados con el concepto de naturaleza y salud. En este sentido, Uruguay está muy bien posicionado a nivel internacional.
Información recogida gracias a www.elobservador.com.uy/